
En tiempos de desencanto, "El encanto de Once" de Enviada nos reconcilia con el espíritu del rock
Enviada editó su primer disco, El Encanto de Once, la feliz reconciliación entre las baldosas sueltas de tu vereda y los zapatos de taco alto. Así es, cachetazo para los que esperan del pop/rock con voz femenina una pose de comercial de gaseosa donde “todo está bien”. Hedonismo urbano de Once, guiso de lentejuelas, Enviada coquetea con todos los clichés y los retuerce. El Encanto de Once presenta doce canciones bailables, recargadas y directas. La desfachatez y el erotismo tan presentes en los shows de Enviada también impregnan este material que cumple su principal objetivo: Sacudir.
Enviada nos da una lección de historia desencajando de ella. Del planeta que era el rock sólo quedan esquirlas flotando en el vacío. Enviada es un cometa surcando el vacío que arrastra pedazos de todo, conformando su identidad. Orquestas pop cincuentonas, mod y psicodelia sesentosa, punk o rock anti flower power de los setentas, el mas kitsch de los ochentas o el desencanto grunshero de los noventas, todo fue a parar a la olla. Como se autodefinen entre sarcásticos y sinceros, Enviada es el encuentro de ABBA y AC/DC, y El Encanto de Once es el terreno donde esta fórmula se prueba como dinamita. Este disco es irresistible para cualquier oyente (más allá de su bagaje musical y gustos) Cualquiera puede hacer la prueba de escucharlo y tratar de no conmoverse con Fantasma o Adiós. Imposible no tararear Soy Jodida o Mi cerebro a la primera escucha. Imposible no sonreír con Amiga o desconcertarse con Seguro. Inevitable bailar con... ¡el disco entero!... Y además del concepto general, hay una ornamentación y sensibilidad particular para cada planeta-tema de este sistema solar-disco.
Enviada vino a demostrar, en tiempos de asepsia de comercial de gaseosa, que la cultura pop/rock (en Enviada pop y rock son sinónimos) no precisa construir su artificialidad apelando a la limpieza enfermiza o a las sonrisas fotoshopiadas. Enviada hace pop/rock con sudor en la frente, brinda por la humanidad y sus falencias. Ahí radica un arma poderosa, su encanto de trasfondo, esa subversión entre líneas. En la superficie El encanto de Once / Enviada llegan y toman por asalto tus sentidos con derroche de sonidos, colores, sabores, hace que algo se mueva en tu interior, conmueve. Lleva el derroche al extremo artístico. Divierte con cinismo y siempre esconde algo más para los que deseen profundidad. Podés bailar pero El Encanto de Once no es puro hedonismo porque hablamos de Once, un barrio porteño kitsch y violento. Mientras algunos procuran el detalle infeliz, el preciosismo absoluto o estudian poses, Enviada bruscamente es más encantador y directo. Sin embargo la única brusquedad de El encanto de Once / Enviada está en el ataque sorpresa, avasallador; detrás de esa carta de presentación opera un orquestada armonía del caos, cuyo pulso es tomado por Julián Gándara, principal compositor y arreglador del grupo y productor del disco.
Si hablamos de encanto la voz de Guadule Soria, como bien refleja el arte de tapa del material, está en el centro del mándala. Una madre que mima y castiga... Una voz humana, un ser humano que pone carne y psiquis para cantar, otra generosidad de Enviada.
Al El Encanto de Once no le faltan condimentos, de estilos o instrumentos, hay ritmo en estado primal, a todo parches voz y palmas, hay aires de orquesta, y rincones para pianos, charangos y arreglos electrónicos. De la santísima trinidad guitarra-bajo-batería (en manos de los devotos Julián gándara, Paco gándara y Gonzalo Magalotti), se suma (además de la mentada voz de Guadalupe Soria), la hueste de apóstoles, Carlos Britez en violín, Christian Terán en saxo tenor, Iván Barrios en trombón, y Maxi Solca en percusión.
Cuando en la actualidad no queda del rock más que una nebulosa de esquirlas en el vacío, un mito cadavérico que confunde a multitudes, Enviada rescata algo de la esencia de ese moribundo, algo que va más allá de las formas, estilos, estéticas y definiciones. Aquello que hizo (o hace) al rock o al pop la energía renovadora e irreverente que supone por definición, ya sea en un garaje o en los estudios Abbey Road, ya sea en Cemento o el Madison Square Garden: Su espíritu de búsqueda, de irreverencia, de imposición, de inspiración, de propuesta. De llegar al ser humano, conmoverlo, demostrarle que está vivo. Sin anuncios radicales, sin gurúes, con mejor o peor suerte en las finanzas. Pero sinceramente. Absolutamente. Aquellos que buscan definiciones o postas en revistas de moda o canales atestados de acuerdos comerciales se olvidan de escucharse así mismo y jugarse por su ideal. Enviada entiende eso y nos regala un disco sincero y conmovedor, para bailar o escuchar con auriculares en la cama. Un disco que te regala una sonrisa y esconde una queja. Y está bien que así sea porque despolariza la visión general del mundo, donde o estás en el infierno o en un comercial de gaseosa. Enviada le pone color al gris del cemento sin patrocinar la vida verde. Es un amuleto urbano, para escuchar entre taxis y travestis de Once. En el chino, en la parrilla, bailando coreos de cadetes y camareros en veredas angostas. El chiste del pop/rock y su reivindicación misma.
http://www.myspace.com/enviada
Walter Godoy para El Altillo Under
No hay comentarios.:
Publicar un comentario